jueves, 15 de julio de 2010

Mr. absurdo y señorita trauma





Estoooooooooy experimentando una serie de sensaciones, emociones, y sentimientos bien cabrona, de hecho, si este pedo fuese mucho menos abstracto y más tangible, segurito que Cinépolis, lo vendería como MEGAPAQUETEVIPROLLERSENSE, y el caso, es que hace un momento decidí revivir mí ya putrefacto hi5 para localizar el nombre de una canción, y de ahí, por mero morbo me volé a los comments viejísimos, los hay desde Bety, hasta Adry, un chingo, de todos. Me di cuenta también de que siempre he tenido más amigas que amigos, y nunca me había incomodado el hecho, a decir verdad sigue sin incomodarme, prefiero estar rodeado de escotes que de pedos y olor a axilas. Pero a veces se echa de menos a algún varón al cual poderle contar las cosas más vulgares.
Regreso al meollo del asunto. Del hi5, empecé a hacer compilación de imágenes, y comentarios, y de ahí me pase a las fotos que tengo en la compu, y de ahí a los del FaceBook, y de ahí, hice una extensa revisión de lo que yo percibo que la gente percibe de mi (no, no es un trabalenguas, y si no entienden…) y resultó que llegue a la anestésica conclusión de que la mayoría de mis amistades no me consideran como un personaje permanente en sus vidas. Vamos, lo dejare un poco más claro, soy como el amigo “consolador” (iep, ese que usan ellas) o cortina. ¿Qué quiere decir esto? Que creo que mucha gente no me siente fundamental en su vida, que si se me aprecia, pero que en determinado play case pueden dejar de intercambiar diálogos/agarradas de nalga/consejos/experiencias conmigo sin marcar inestabilidad en sus vidas.
Vamos, no quiero que le gente recién me conozca, se tatúe mi nombre en sus genitales y digan que soy lo máximo que les he pasado (estoy en una plaza, y las mujeres que están sentadas a mi izquierda, están hablando [gritando] de lo mucho que han mejorado/empeorado yendo a sus sesiones de Neuróticos Anónimos. Tengo miedo, ahorita sin que se den cuenta cambio de banquita) sino que…. ¡¡¡Chinga!!! Ya se me fue el pedo.
Quisiera anexar a mi análisis (hecho con el profesionalismo que tiene un camionero para tratar a una mujer) expresado arriba, que también tengo la idea de que muchas personas me consideran un sumiso pendejete, y señores, lo único cierto en eso es mi pendejismo level 8 billion, pero sumiso, ni con mi madre, y ella lo puede corroborar (¿verdad mamita?). Así, que si alguien piensa que soy una persona a la que tienen segura para el resto de sus vidas, vayan, compren unas Sabritas adobadas o limón, y siéntense (no albur) en la banqueta a ver cómo le van a hacer para conseguirse a un gordo copa DD (doble d) tan buena onda y poca madre y piola, y chingón como yo (como nadie le da de comer a mi ego, lo hago yo mismo, en este mediocre blog (patético ¿y que?).
De cualquier modo, este tema es tan relevante como la Asamblea Federal para la Manutención de caminos con Hojarasca del Reino Unido (¿de dónde saco tanta mamada?), así que pueden pasar de largo. Al final suspiré bastante con eso de resucitar al hi5. Pinche hi5 puñetas.
Y si eso no fuese suficiente, las cosas tan absurdas como una pijama hecha de madera con el logo de los cereales Quaker me atormentan y me abordan por todos lados. Anoche soñé con mi madre. Habrá gente que no lo sepa. Se llama Alba Lorena. Tiene cuarenta y tantos años (no hay de que vieja). Y fue de ese tipo de madres que supieron sacar su ingenio cuando en la infancia se trataba de reprender algún mal comportamiento. De hecho el sueño que experimenté, tiene que ver con esa capacidad tan chingona que “tenía” para hacernos pagar (¿verdad que suena medio sádico?). Ya en alguna entrada anterior relaté un poco de lo que era vivir con ella en casa.
Anoche soñé-recordé algunos de esos pasajes.
En alguna ocasión, ella había salido a realizar algunas actividades relacionadas con el magisterio y unos papeleos de carácter sindical (la señora es educadora) en día sábado  (si mamá, que esa te la crea mi abuela). Éramos niños, y era sábado y estábamos solos, y la casa tenía el desmadre aún vigente del viernes de la noche. ¡Era sábado por dios! Los sábados los chavitos se levantan en pijama, van a la cocina, toman el cereal y unos dos litros de leche y se largan a sentar frente a la tv que en este caso estaba en la cueva del lobo (la habitación de madre) a ver a  Cartoon Network, o Nickelodeon (esos canales eran buenísimos en mis épocas, y hoy ya parecen pinches chicles sabor sandia-guayaba-vinagre-plástico-uva fosforescente, para niños índigo).
Obviamente los trastes, trapear, tender las camas, sacar a Jimena que se había quedado atrapada bajo una avalancha de un acumulado de 2 semanas de ropa sucia, la lavadora que parecía estar poseída por el espíritu satánico de algún bailarín de Rumba (es que la ropa no se repartía bien en la tinarja y se movía a hacia todos lados) y las puertas que se azotaban por estar mal cerradas (pinche aire desmadroso) pasaban a segundo plano.
Éramos felices. Bananas en pijamas, el conejo Nesquik en nuestros tazones y nosotros era lo único que importaba. Por hoooooras. Pero como las cosas bellas no duran para siempre, nuestra felicidad se desvanecía al compás del sonido del motor cuatro cilindros del Chevito de mama estacionándose frente a la casa (podíamos distinguir el motor de nuestro auto dentro de la casa, con una televisión a volumen 23 y a 22 metros de distancia. No es mamada, nos curtimos chingón).
Como es lógico, entrabamos en pánico y corríamos cual cucarachas espantadas al prenderse la luz, buscando algún lugar donde protegernos. Hasta llegábamos a hacer más estupideces en nuestra carrera de hacer ver la casa un poco más habitable antes de que entrara mi madre, como chocar de frente uno con otro y tirar la leche. Los humanos somos estúpidos cuando sentimos miedo. Como estábamos en “asshole mode” no hacíamos nada, y mi madre llegaba directito a hacernos bailar de puntitas con sus chingadazos marca Black & Decker (no se me ocurrió otra marca de más calidad. Así de chingones eran sus madrazos) y se la apañaba para ser creativa: si el cinturón negro (me acabo de orinar del miedo de tan solo acordarme de él) estaba muy lejos, usaba nuestros propios cinturones.
Así es, nos quitaba nuestro accesorio vital para mantener nuestros pantalones arriba en esos momentos tan críticos, con los cuales nos azotaba las nalgas, espalda, brazos, dedos y cualquier otra parte de nuestro vulnerable cuerpo. Cabe aclarar que no era prudente correr mientras se estaban chingando a alguien porque eso representaba deslealtad a nuestra misma hermandad y merecía un extra a los chingadazos.
A la única estúpida a la que le servía su válvula reguladora del sentido de la supervivencia era a María José. A ella le valía madres ser desleal, le valía madres que nosotros, en nuestra autoexiliación postchingadazos, no le habláramos. Ella corría, corría de la manera más inteligente, de la manera que no nos atrevíamos de practicar Frenada, Jimena o yo. Corría y se escondía como si la integridad de sus nalgas dependiese de ello (…) lástima que nosotros nunca aprendimos de ella.
Así era en esa época, y con el tiempo fuimos siendo más hábiles, al grado de llegar a superar las mismísimas técnicas de la señora Alba. Por ejemplo, cuando llegaba, poníamos la televisión en el canal y el volumen que ella había dejado (así de chingona era mi madre, pero la superamos) pasábamos un trapo húmedo, previamente guardado en el congelador, sobre la superficie de la televisión para disminuir el calor de esta misma (con el tiempo ella mejoró la técnica revisando no la temperatura de la tele, sino la ausencia de polvo sobre ella y si estaba limpia… ese día tocaba “nalgasrojas”), los trastes eran apilados sobre el escurridor sucios (ella era feliz con ver el escurridor lleno, ni siquiera los revisaba, ya después de que se fuera a su habitación, los regresábamos a lavarlos de uno por uno). Las camas era algo sencillo, toda sabana, cobija, etc., era echa bola y escondido bajo la cama misma o en el bote de planchar o en el ropero, se estiraba la colcha, se ponía la almohada y listo, te ahorrabas 72 segundos de valiosísimo tiempo, la trapeada era algo similar a los trastes, etc.
Ahora que lo pienso, va a estar muy cabrón que mis hijos (cuando los tenga) me vean la cara de pendejo.


P.d: Estoy empezando a valorar la soledad, ya no me deprimo ni me ahogo en un litro de helado de chocolate (i miss you icecream)

P.d2: No he leído a Poly en un chingo de tiempo, ya hasta se me está olvidando si es niño o niña.

P.d3: Mi madre me dijo que me veía mejor con barba. Me saqué de onda bien cabrón. Ahora estoy esperando que una mujer con copa C y nalgas de oro venga y me diga que me veo mejor gordo.

P.d4: Con la que me dijeron que me iban a dejar encargado ni sus luces, cuando regresen y vean el desmadre que hice… MWAJAJAJAJA 

viernes, 9 de julio de 2010

De palomillas y despedidas largas...




Estos días ha estado lloviendo un putamadral, osea, un chingo, osea, que mi casa, en cualquier pinche rato se la lleva el agua y nos lleva de tour por el río de Querétaro. Eso no es lo peor. Lo peor, es que estos días (esta frasecita va a terminar de partirme el orto) han sido, no buenos. Y es así, porque “malos” también ya da hueva. Gente valiosa para gente que es valiosa para mí, se ha adelantado en este ciclo el cual irrespetuosamente llamamos vida. A madre le han detectado otro tumor puñetas, a lo que procede otra operación (coincido con Jimena de que esto es puuuuro karma por bloquearnos las peticiones a los verdaderos reyes magos).

Y bueno, que decir de Poly que se me va a un pedazo de bota al sur de Europa, y aunque ella (y su madre, y Cess, y Male, y el pulpo Paul) digan que va a regresar, me temo que ella haga tanta química con tierra mediterránea que haga cualquier cosa para quedarse allá -neta wey?!! ¿¿MAMÁ?? ¿¿¿TÚ???!- y no vuelva a ver a una de mis mejores “bad influences” y en estos días están muy escazas. Según me van a dejar encargado con Cess (si aha, claro…).

Y vamos a sumarle que ando triste porque, (quizás no deba decirlo aquí, pero… chinga, ¡¡¡si este es mi diario!!!) Vallejo y yo, pues “hemos” decidido ir por distintos caminos a partir de ahora. Y todo mundo pensará que fue porque no hubo química o los problemas que teníamos nos terminaron por aplastar. Pero que irónico que no fuese así, que irónico que dos personas que se aman, y que se sienten felices y cómodas, una con la otra, sean separadas por circunstancias ajenas a ellas. A su madre le profeso un respeto ejemplar, pero a partir de ahora, ya no le admiro como antes.

Y vuelvo a releer todo lo que llevo escrito, y siento que un psicópata depresivo escribe estas líneas, pero no es así (¡¡¡no estén chingándome!!!), no soy un P-D, sólo soy alguien que ha recibido muchas malas nuevas en un lapso corto de tiempo. Y esto inevitablemente me traslada a un lugar donde tengo miedo. No es un lugar físico, ni tangible, ni siquiera tiene un nombre. Simplemente es un lugar donde me da miedo. No me gusta ese miedo como los que si me gustan.

Por ejemplo, disfruto mucho el miedo a las películas de terror. Me gusta estar en el cine (preferiblemente solo, sin acompañantes que se mofen de mi cara de angustia al ver que el que está en pantalla, definitivamente morirá de una manera “desangradoramente” terrible), y gritar cuando pasa algo previsible. Si, lo sé, es pendejísimo pagar $49.00 para irse al cine joderse el sistema nervioso por puro gusto, pero vamos, ya no me acuerdo de cuantas veces me han confirmado mi pendejismo, así que me vale madres, y al final lo disfruto y ya.

Tengo muchas fobias, como por ejemplo a las cucarachas. Si, esos putos bichejos que cuando los pisas crujen como un ruffle ¿Sabritas? (gracias Pau) y las que van con huevecillos se despanzurran cual acné gigante de adolecente (saludos a la frente de mi hermana Fernanda y a la de mi hermana María José ya sus respectivas colonias de barritos). Neta, porque DIOS (prometo no citarlo tanto en esta entrada) creó a semejante bicho, si el wey vive de la chingada, entre drenajes, bajo el suelo, comiendo basura y desperdicios, y lo peor de todo, cuando encendemos la luz de una habitación, se ven tan idiotas dando vueltas y corriendo como pendejas para buscar una “zona segura” como lo puede ser la suela de un zapato, o una escoba (yo haría exactamente lo mismo) y terminamos burlándonos de ellas (cuando nos carguemos a la humanidad con alguna bomba nuclear con clavos y alacranes de fragmentación, a ver quién se burla de quién). El asunto, es que en más de una ocasión, una cucaracha me hizo quedar muy mal. Como cuando una me camina cerca del hombro, y yo pongo una cara de “me voy a morir”, y me contorsiono más cabrón que los mismos chinos del Cirque du´Solei, mientras ruedo por las escaleras del recibidor y me pongo en actitud defensiva (grito como víctima de las manos de King Kong y sufro como Precious, y de vez en cuando se me humedecen los ojos).
Así de mal me puede poner una cucaracha.

Hay otras personas como Mariel y Ceci, a las que una de las peores cosas que les puede suceder en la vida (independientemente de que unos mecánicos encuentren tus pantaletas al momento de lavar tu auto y/o tener tanto alcohol en la sangre que es posible caerse en las escaleras del antro en tándem con una de tus amigas, frente a dos chicos que no saben si reír, o auxiliar) es que en plena charla social, una palomilla decida copular en tu planchado y liso cabello negro.




                                     Mirala, si hasta de lejos se le ve las intenciones pervertidas.





De hecho, este tipo de incidentes (palomilla revoloteando en el cabello, cucaracha haciéndome descubrir mi obscena flexibilidad) suelen ser dobles, ya que por un lado, un puto animalejo te ha metido (lean seguido) un susto de proporciones apocalípticas, y por el otro, pierdes glamour, y porte frente a las personas que te han visto hacer tu espectáculo digno de ser subido a YouTube.

Y también tenemos a las personas que les “paniquean” los roedores. Tenemos como ejemplo a la madre de Luca, que en una ocasión rompió el record de salto de altura (y alguna que otra vajilla) sin tomar vuelo cuando un pequeño ratón de campo (si, de esos que dan ternura) le corrió el derbi entre los pies a la señora, que como por obra del henkidama con las puras pantorrillas dio semejante salto, que lo único que pudimos hacer Luca y yo (por orden de repetición) fue también saltar y subirnos a una silla y a la barra de la cocina respectivamente. Luego, nos dimos cuenta que saltamos in saber el porqué. En fin, no nos da vergüenza ser así de idiotas.

Caray... después de esto, me vuelve el sentimiento... que marica soy. Marica por extrañar a alguien que se va un puñetero mes. Marica por no sentirme bien sin saber de Mapachín, ni de Mel, y ni de Azafrán. MARICA!! Un gran MARICA :(

ESTE MARICA SE DESPIDE :(


P.d: hoy viernes 9 de julio, Mariel Medrano se va a Italia y no sé si volverá, do re mi, fa sol la, no sé si volverá...


P.d2: Hoy no habrá rola, en vez de eso, un video de "Delafé" que me ha puesto de buenas el día de hoy, y que espero repita su poder de buena vibra sobre ustedes.


P.d3: Vallejo y yo, estamos de algún modo “bien”, por asi decirlo, creo que saldrán cosas buenas de esto.


P.d4: Me siento como un completo idiota por no atreverme a buscar a las niñas Vega Álvarez y a Godoy…


P.d5: Tendré un cochino Cuyo!!! Thanks Ady :D